Casi un año después, el acuerdo de créditos de carbono con Singapur sigue trabado
El gobierno de Peña había dicho en mayo que "se esperaba" que el acuerdo "se firmara en los próximos días". Pero no sucedió. Consenso supo por qué.
Cuatro puntos si no tenes tiempo:
Pese al anuncio del Ministerio de Industria y Comercio en mayo de 2024, el gobierno paraguayo confirmó a Consenso que a septiembre sigue sin firmarse el acuerdo de implementación con Singapur.
La principal causa es la falta de acuerdo sobre qué tipo de proyectos en Paraguay serían elegibles para que empresas del país asiático eviten pagar el impuesto al carbono.
La disputa no solo es técnica, ya que dependiendo de las metodologías aprobadas, quedarían fuera varios de los principales jugadores del incipiente mercado local relacionados a la agricultura y ganadería.
Aún superado el impasse, el acuerdo deberá ser aprobado por ambas cámaras del Congreso.
El 6 de diciembre de 2023, tras una reunión en la COP28 de Dubái entre el presidente paraguayo Santiago Peña y el ministro principal de Singapur, Teo Chee Hean, ambos países anunciaron oficialmente “la finalización de las negociaciones sustantivas” para avanzar en 2024 hacia un acuerdo de implementación de compraventa de créditos de carbono.
Las negociaciones en realidad habían terminado dos días antes en una sala de reuniones dentro del recinto de la conferencia en Expo City, Dubái.
Y habían empezado en Nueva York en septiembre, cuando el presidente Peña se reunió con representantes de Paracel - empresa interesada en vender sus eucaliptales como créditos de carbono - y Trafigura - empresa de Singapur interesada en comprar créditos de carbono y la principal proveedora de petróleo al Estado paraguayo.
En esa reunión también participó sin ser anunciado de manera oficial Benedict Chia, el director nacional de cambio climático del gobierno de Singapur y uno de los principales negociadores de créditos de carbono en Naciones Unidas.
En términos simples, los dos países se comprometieron a crear una comisión bilateral “para definir los criterios” de los proyectos en Paraguay a los cuales empresas en Singapur podrán comprar créditos de carbono y, de este modo, evitarse pagar un impuesto al carbono a sus emisiones producto del uso de combustibles fósiles en su país de origen.
A esto se le conoce como un acuerdo de implementación bajo el Artículo 6.2 del Acuerdo de París (que regula los mercados bilaterales de carbono), y sería el primero que Singapur firma con un país en Latinoamérica.
Así fue como lo describió el ministro de Industria Javier Giménez García: “Es un paso para posicionar a Paraguay como el mercado pulmonar para el mundo”
En mayo de 2024 el mismo Giménez García visitó Singapur con el objetivo de avanzar en el acuerdo. Tras la reunión con el gobierno de aquel país, el Ministerio de Industria y Comercio anunciaba que “se espera que dicho documento se firme en los próximos días”.
Pero Consenso confirmó que a septiembre de 2024, casi un año después del cierre de negociaciones en Dubái y 4 meses después de lo afirmado por el gobierno, sigue sin haber un acuerdo firmado sobre créditos de carbono con Singapur.
¿Qué pasó?
Qué proyectos se benefician y qué proyectos no, el problema actual
De acuerdo a la respuesta oficial del gobierno paraguayo a Consenso hasta la fecha “las negociaciones con Singapur permanecen a la espera de una respuesta por parte de Paraguay en cuanto a los puntos críticos del mencionado acuerdo”.
Por “puntos críticos” el gobierno cita, por ejemplo, “la gobernanza de la mesa bipartita” entre ambos países, que tiene que esencialmente que decidir “cuestiones metodológicas” relacionadas a qué proyectos de créditos de carbono de Paraguay podrán ser utilizados por empresas de Singapur para evitar pagar el impuesto en su país.
Es un problema el cuál ya se avizoraba en la COP28 de Dubái. En acuerdos similares de Singapur con otros países, como Papúa y Nueva Guinea, el país asiático ha sido en extremo cauteloso a la hora de dirimir la calidad y el tipo de proyectos del mercado voluntario - como Verra - serán permitidos bajo los acuerdos bilaterales.
Esto es con el fin de evitar cuestionamientos a la integridad de los créditos de carbono en un momento donde el mercado ha sufrido múltiples golpes a su credibilidad.
La comisión bipartita entre Paraguay y Singapur tendrá que balancear, por un lado, los criterios que proponga el país asiático con el tipo de proyectos que se están desarrollando en nuestro país.
Si Singapur aplicara los mismos criterios que con Papúa y Nueva Guinea, proyectos como el de “ganadería y agricultura regenerativa” de Ecosecurities en el Chaco quedarían afuera.
Incluso proyectos con metodologías aprobadas en el cálculo del carbono que evitan o capturan tendrían que además demostrar ante la comisión bipartita co-beneficios en biodiversidad o poblaciones cercanas, lo que podría afectar negativamente a los numerosos proyectos de créditos de carbono con plantaciones de eucaliptos.
Esto es asumiendo que una vez zanjado el actual impasse con Singapur, el acuerdo de implementación sea aprobado por ambas cámaras del Congreso.
Por lo pronto el mayor logro de la diplomacia climática del gobierno de Santiago Peña parece enmarañado entre disputas técnicas y presiones políticas, mientras que la ley de créditos de carbono sigue sin reglamentarse.
Edición: Sara Seux