Dudas Regenerativas: Los problemas con la idea del agro para venderse como solución
Gigantes del agronegocio como Cargill y petroleras como Chevron abonan el impulso por la "agricultura regenerativa" en Paraguay, Uruguay, Argentina y Brasil camino a la CO30.
En marzo de 2023 un proyecto piloto con satélites de la NASA reveló el primer inventario desde el espacio de las emisiones y capturas de carbono de 100 países.
A través de un mapa, se podía observar de manera inédita un análisis de los gases de efecto invernadero calculados desde el espacio exterior. Hasta ese momento, el único modo de hacer ese cálculo era a través de matemáticas desde la Tierra.
Pero lo que debía ser un festejado avance científico fue convertido en una campaña de desinformación impulsada por el agronegocio en Sudamérica. La Unión de Gremios de la Producción en Paraguay y el Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina utilizaron el estudio de la NASA para promover la idea de que los países eran “carbono positivo” y que el impacto de la ganadería en el cambio climático era “un mito”.
Era mentira.
Brendan Byrne, uno de los científicos detrás del estudio de la NASA, fue claro al ser consultado por correo: el estudio solo analizaba dióxido de carbono y no metano, “que son una significativa parte de las emisiones de la industria ganadera”.
El desmentido oficial no evitó que desde Norman Breuer, el entonces representante del agro ante la Comisión Nacional de Cambio Climático de Paraguay, hasta la oficina del gobierno de Argentina ante la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, utilizaran el estudio de la NASA para promover la idea de que a través del “secuestro de carbono en pasturas” se compensa el impacto de las vacas.
Breuer incluso utilizó el caso para impulsar una agenda similar: la de cambiar cómo se calcula el metano producido por la ganadería.
Es parte de lo que se conoce como agricultura o ganadería “regenerativa”. Es un concepto sin definición exacta, que puede incorporar desde principios de la agroecología hasta prácticas de pastoreo. Pero eso no evita que desde gigantes del agronegocio – como Cargill y JBS hasta organizaciones como el Instituto Savory y el CLEAR Center de Frank Mitloehner – lo impulsen en países como Paraguay, Uruguay, Argentina y Brasil, incluso para proyectos ya validados para vender créditos de carbono.
Entrevistas a científicos, visitas al terreno, análisis satelitales y documentos revelan contradicciones y cuestionamientos a estos proyectos.
En Brasil, un proyecto de agricultura y ganadería regenerativa deforestó bosque nativo hace menos de 10 años para empezar su producción.
En Paraguay, un proyecto de ganadería regenerativa para créditos de carbono admite que aumentará emisiones de metano a corto plazo bajo la promesa de captura de carbono a mediano plazo.
Científicos y expertos advierten el riesgo de que estas capturas de carbono temporales sean utilizadas para “compensar” la contaminación que durará cientos de años en la atmósfera. Y que grandes corporaciones como Cargill y países sudamericanos estén utilizando rótulos de prácticas “regenerativas” para esquivar su responsabilidad climática.
También preocupa el interés de parte de grandes contaminantes como las petroleras Chevron – que financió a la startup detrás de otro proyecto en Paraguay – y Vista Energy, que busca compensar su impacto de la extracción de gas de Vaca Muerta con ganadería regenerativa.
¿Qué es la agricultura y la ganadería regenerativa? Depende de a quién le preguntes
En los últimos 20 años, 55 millones de hectáreas de los cinco principales ecosistemas de Sudamérica fueron devorados por el fuego, las motosierras y topadoras, en gran medida para hacer lugar a la industria de ganado. Ya sea con las 300 millones de vacas que pastan en la región o a través de plantaciones de commodities como la soja, cuyos granos alimentan a terneros y cerdos norteamericanos, europeos y chinos.
Como resultado de la deforestación, el uso de agroquímicos y los eructos de las vacas, el sector agrícola encabeza no solo la contribución de emisiones que empeoran las olas de calor e inundaciones en la región, sino que también reducen la capacidad de los ecosistemas y comunidades para hacer frente a esos fenómenos extremos.
Es la contradicción de un mundo que necesita domar los gases que están causando el cambio climático al mismo tiempo que es víctima de su propia voracidad.
La agricultura y la ganadería regenerativa son propuestas como solución para garantizar un sistema alimentario sostenible.
Ambas son también las palabras favoritas de las grandes corporaciones alimentarias. Un estudio de 2024 analizó planes de sostenibilidad de 30 gigantes del agronegocio y encontró que el 80% de ellas, como Cargill, Nestlé, ADM y hasta Coca-Cola hablan de prácticas “regenerativas”. Pero solo un tercio tenía objetivos claros, y la mayoría no explicaban cómo sus planes serían implementados o si solo constituían pequeños proyectos piloto.
El estudio, desarrollado por el New Climate Institute, advertía que la falta de una definición clara de la agricultura y ganadería regenerativa abría las puertas para su abuso “a través del lavado verde” o greenwashing.
Sucede que, dependiendo de a quién preguntes, la agricultura regenerativa tiene acepciones muy diferentes.
Para el científico de suelo y director del Centro de Manejo y Secuestro de Carbono de la Universidad Estatal de Ohio, Rattan Lal, el objetivo de la agricultura regenerativa es “producir más con menos: menos tierra, menos uso de químicos, menos uso de agua, menos emisiones de gases de efecto invernadero, menos riesgo de degradación de suelo”.
Lal, considerada una de las principales figuras científicas del movimiento regenerativo, lo propone como parte de “La Revolución Verde del Siglo XXI”.
“Perder alimentos y contaminar el ambiente son crímenes contra la naturaleza”, asegura.
Pero detrás de estos objetivos subyacen varios desacuerdos.
En el documental Kiss the Ground en Netflix, una de las piezas de publicidad más relevantes de la agricultura regenerativa, André Leu, director de Organics International la describe en términos similares a la agroecología. Si bien comparten algunos elementos – como la búsqueda de una producción de alimentos más sostenible – esta comparación es cuestionada por varias razones. La agroecología no solo es una disciplina científica, sino un movimiento social y político que critica las mismas bases del sistema alimentario, como el uso de pesticidas o el acaparamiento de tierras.
Mientras, la agricultura regenerativa es abrazada por comunidades y pequeños productores, pero también por grandes corporaciones que el movimiento agroecológico cuestiona. Como Bayer, que afirma que necesita de pesticidas como el glifosato para realizar prácticas de “siembra directa”, según señala el director de la división científica de la multinacional, Rodrigo Santos.
Es el mismo argumento que utilizaron gremios sojeros de Argentina, Uruguay, Brasil y Paraguay para presionar – con éxito – la aprobación del uso del pesticida por parte de la Unión Europea en 2023:
“El glifosato es una herramienta crucial en los sistemas de agricultura regenerativa, donde la no remoción y la cobertura del suelo son una base fundamental de un enfoque holístico que integra tecnologías que ayudan a los agricultores a producir más con menos, promoviendo la biodiversidad, generando resiliencia y reduciendo la huella de carbono”.
Y es lo contrario a lo que sostiene Sarah Starman, de la división de Alimentos y Agricultura de Amigos de la Tierra: “Las corporaciones alimentarias invirtiendo en la agricultura regenerativa deben evitar el greenwashing de conceptos como la siembra directa”.
Lo mismo sucede con la ganadería. El término acompasa sistemas que mezclan cultivos o plantaciones forestales con vacas, con aquellos que hacen pastar a las vacas de manera rotativa en el campo, o simplemente mejoran el uso de recursos y el bienestar animal a través del “manejo holístico”.
Pese a la vaguedad en el uso del término por parte de las grandes industrias, la mayoría de sus promesas de la agricultura y ganadería “regenerativa” se dirigen a un mismo lugar: la posibilidad de que la agricultura y ganadería utilicen la tecnología de captura de carbono más antigua del mundo, la fotosíntesis, para almacenar carbono en el suelo y así compensar sus emisiones de gases de efecto invernadero e, incluso, para vender créditos de carbono.
El agro sudamericano lleva varios años impulsando ideas similares en las conferencias del clima. En un evento organizado por el Instituto de Cooperación de Agricultura durante la COP27 en 2022, el entonces ministro de Agricultura de Uruguay, Fernando Mattos, dio una conferencia de prensa junto a Fernando Zelder, secretario de agricultura de Brasil, Ariel Martínez, subsecretario de Agricultura de Argentina y Santiago Bertoni, entonces ministro de Agricultura de Paraguay.
Allí, todos afirmaron tener “una posición común” ante “toda esta narrativa contra nuestra agricultura”, dijo Zelder. “Somos la única actividad productiva que captura carbono”, agregó el ministro uruguayo Mattos. “Somos parte de la solución, no del problema.”
De acuerdo a un relevamiento para esta investigación, solo en Paraguay, Argentina, Brasil y Uruguay hay al menos 66 proyectos que fueron impulsados bajo el rótulo de agricultura o ganadería “regenerativa” en proceso o ya registrados para vender créditos de carbono.
Algunos fueron apoyados por corporaciones como Cargill, y otros, por una controvertida organización: el Instituto Savory.
Al menos tres proyectos identificados, dos entre Argentina, Paraguay y Chile, y otro en Brasil, ya fueron aprobados para vender créditos de carbono.
Pero existen fundados cuestionamientos sobre la posibilidad real de proyectos regenerativos de compensar por el propio impacto que producen, y la legitimidad de vender créditos.
Detrás de los créditos de carbono de la ganadería regenerativa en Paraguay
Es el inicio de la primavera en Misiones, un departamento en el sur de Paraguay, lindante con Argentina. El sol todavía no es inmisericorde. El viento obliga a atajar sombreros. En la estancia Las Talas unos 35 técnicos, empresarios y dueños de propiedades ganaderas pagaron 150 dólares por una jornada de capacitación.
Las Talas es una de las estancias ganaderas certificadas para la venta de créditos de carbono de Verra a través del proyecto South American Regenerative Agriculture (SARA), gestionado por la empresa paraguaya De Raíz.
Martín Mongelós, ingeniero agrónomo y cofundador de De Raíz, define a la ganadería regenerativa como “un mejoramiento del negocio ganadero, a costa del mejoramiento del capital biológico y el capital social” de los establecimientos que lo aplican. “Para nosotros la sostenibilidad no se limita a ser verde o tener bosques, sino que la dimensión financiera es crucial. Hoy el sector ganadero está muy endeudado, a nivel financiero es insostenible en algunos casos”.
Mongelós señala que con De Raíz lo que buscan es evitar “en la medida de lo posible” que “la única solución para mayor productividad sea deforestar”. La idea es en teoría simple, según explica el ingeniero agrónomo: “La captura de carbono en el suelo es uno de los parámetros medibles y el único por el cual se paga un incentivo a través de créditos de carbono”.
Las vacas van pastando en diferentes lugares de manera coordinada de manera a permitir que “la pastura crezca, se consuma y eche raíces”.
Los asistentes escuchan a Alejandro Llano, quinta generación de ganaderos y uno de los dueños de Las Talas. Llano les presenta no solo una propuesta, sino una historia. La historia de cómo la ganadería regenerativa les hizo cambiar el modelo de producción y su relación con el ganado.
Como muchos empresarios ganaderos en Paraguay, Llano buscaba un modo de aumentar sus márgenes de ganancias en un sector que pese a su crecimiento cada vez compite menos en relación a la soja y las plantaciones forestales, en parte debido al impacto de fenómenos extremos empeorados por el cambio climático del cual son víctimas y victimarios. Esto le llevó a apostar por el “manejo holístico”, un modo de reducir costos y aumentar productividad a través del pastoreo rotativo.
“Pensábamos que habíamos encontrado la solución. Pero nos estrellamos con los costos y desafíos de la implementación”, cuenta Llano en lo que define como un momento donde “la crisis se convirtió en una oportunidad” utilizando un texto apócrifo atribuido falsamente a Albert Einstein.
Es así que se sumaron al programa SARA en conjunto con la empresa Ruuts y Ovi21, el “nodo” en Argentina del Instituto Savory.
El Instituto Savory es una organización norteamericana que desde el 2012 impulsa “regenerar las pasturas del mundo” a través del “trabajo coordinado en países en desarrollo” con gobiernos y ONG. De acuerdo a documentos oficiales, solo en 2023 recibió $3,958,901 en subvenciones, donaciones y contribuciones de miembros.
Los datos de los financistas de la organización no son públicos, pero se sabe que es uno de los beneficiarios de la iniciativa “1% por el Planeta” a la que aportan empresas tan variadas como la cadena de minimercados Oxxo, la cervecería Patagonia y el banco de imágenes Flickr. También recibe financiamiento a través de “Land to Market”, su programa de servicios de “certificación regenerativa”, que incluye compensaciones de carbono de los cuales se benefician empresas como White Oak y el gigante alimenticio General Mills.
El instituto debe su nombre y gran parte de su fama a su fundador, Allan Savory, un ecólogo y ganadero que fue oficial colonial en Rhodesia (hoy Zimbabwe). Savory es el creador del “manejo holístico”: un concepto adoptado por De Raíz en Paraguay y Ovis21 en Argentina. En Uruguay su trabajo fue destacado por el Instituto de Carnes (INAC).
En la entrada a la mesa de Las Talas, varios libros de Savory están a la venta. Llano cuenta que “cuando vino Allan Savory a Paraguay en 2022 me dejó en claro que el manejo holístico no se puede enseñar, es algo que depende de cada campo. Esto me abrió los ojos. Como quien dice, el maestro aparece cuando el alumno está listo”.
Durante esa visita en 2022, Savory compartió espacio con Norman Breuer (+), el representante del agronegocio ante la Comisión Nacional de Cambio Climático. Las charlas fueron organizadas por la Asociación Rural del Paraguay.
Imagen promocional del evento de la Asociación Rural del Paraguay donde se presentaron como expositores tanto Allan Savory como Norman Breuer. Créditos: Diario La Nación
Allí, Savory sostuvo falsamente que “la ciencia reconoce que el cambio climático no es causado por el ganado, el petróleo o el carbón (…) solo el modo que los manejamos”. Savory describió su concepto de manejo holístico “como un vital descubrimiento para la humanidad que sigue siendo tratado como una herejía por la mayoría de las instituciones, como fueron tratados los descubrimientos de Galileo y Copérnico cuando creíamos que la Tierra era plana y el centro del universo”.
Sin embargo, “este descubrimiento ha sido divulgado por ganaderos, científicos y pastoralistas”. aseguró.
Savory se volvió famoso por una charla TED en 2013 donde defendió la idea controversial detrás de su “manejo holístico”: para revertir el cambio climático necesitamos más vacas, no menos. Savory sostuvo que bajo métodos de manejo de pasturas ganaderas, se podría capturar el total de las emisiones de los combustibles fósiles que nos llevaron a la actual crisis climática y revertir la desertificación.
“Es la única alternativa para la humanidad”. La audiencia de su charla aplaudió. Pero no todo el mundo está tan convencido.
Permanencia, metano y deforestación: los problemas bajo el suelo de los proyectos regenerativos en Sudamérica
Una carta de respuesta a la charla de Savory en 2013, firmada por científicos norteamericanos especializados en suelo y pasturas, afirmaba que “la evidencia científica de manera inequívoca demuestra la inhabilidad de los métodos de Savory para revertir la degradación del suelo o el cambio climático”.
El principal cuestionamiento a estos proyectos tiene que ver con la promesa de captura y almacenamiento de carbono en el suelo. En específico, la capacidad y el tiempo que ese carbono se mantiene.
Como explica el investigador especializado en mercados de carbono Gilles Dufrasne en su estudio para la organización Carbon Market Watch, “asegurar que el carbono secuestrado no será liberado de vuelta es imposible de afirmar en iniciativas basadas en el suelo”, en especial “debido a cambios en prácticas de manejo o fenómenos climáticos extremos” como heladas y sequías. Es un elemento también señalado en el reconocido estudio “Grazed and Confused” realizado en 2017 por investigadores de las Universidades de Oxford, Cambridge y Aberdeen, entre otros.
El estudio señala que hay evidencia de que tanto el pastoreo, el pisoteo y el estiércol del ganado puede favorecer al secuestro de carbono estimulando el crecimiento de las plantas – que son las que se encargan de la fotosíntesis. Pero el suelo tiene una capacidad finita. “Incluso en condiciones favorables”, señala la investigación, “el suelo captura carbono hasta que llega a un equilibrio. Luego de eso no puede secuestrar más”.
Dufrasne es incluso más crítico. “Es virtualmente imposible asegurar que el carbono se mantendrá en el suelo la cantidad necesaria para compensar emisiones de combustibles fósiles, ya que ese CO₂ continuará afectando el calentamiento global por varios cientos de años”.
Consultado al respecto, Martín Mongelós de De Raíz señala que el proceso de captura en pasturas “es un proceso dinámico y de ciclo corto, pero que siempre se renueva”. Los actuales contratos con los dueños de las estancias para el proyecto de carbono son de 10 años.
La evidencia científica sugiere, sin embargo, que para neutralizar el impacto de las emisiones de combustibles fósiles en el cambio climático cualquier captura de carbono debería durar unos 1000 años.
En el caso del proyecto de Paraguay, Mongelós dice que «el debate de la permanencia se aborda mediante el análisis de riesgo. Esto significa que cada proyecto debe identificar y cuantificar escenarios en los que el carbono podría liberarse nuevamente», citando como algunos ejemplos la deforestación o eventos climáticos extremos. Según Mongelós, Verra requiere que una fracción de los créditos debe guardarse como garantía. «De esta forma, aún si ciertos productores abandonaran el programa, esos créditos compensan las pérdidas», afirma.
De todos modos, la distancia en cientos de años entre la vida de la contaminación por combustibles fósiles en la atmósfera y los contratos de los proyectos para compensarlo es una de las razones por las cuales una corte en Alemania obligó a Apple a eliminar la descripción de “carbono neutral” de sus relojes inteligentes que utilizaban créditos de carbono forestales de Paraguay.
El otro problema es el metano. Documentos oficiales del proyecto de ganadería regenerativa para créditos de carbono impulsado por Ovis21 y De Raíz en Paraguay admiten que para que funcione, se necesitan más vacas, lo que aumentará las emisiones de metano. Esto fue confirmado por Mongelós, queien explicó que en su perspectiva “esas emisiones se restarán de la captura de carbono del suelo”.
Para Mongelós, «lo relevante no es la dinámica individual de cada gas, sino el balance neto de gases de efecto invernadero expresado en CO2e. Nuestros resultados muestran que en el proyecto sube el CH4 un poquito porque tenés en algunos casos más vacas, pero con creces tenemos más secuestro de CO2 que compensa eso».
Esta es una matemática cuestionada por el investigador Nicholas Carter: “el metano no se recicla perfectamente” señalaba en el anterior reportaje de esta serie. Rápido y furioso, dura poco en la atmósfera pero la calienta mucho más que el dióxido de carbono. Incluso luego de desaparecer, ese calentamiento afecta a los océanos por décadas.
La afirmación de Mongelós presenta, además, un dilema: aumentos confirmados de metano bajo la promesa de captura de carbono a mediano plazo.
El dilema del metano es también un cuestionamiento a la propuesta del Instituto Savory, que en su web responde que “una nueva metodología para estimar el impacto del metano, conocida como GWP*, está volviéndose ampliamente aceptada y reduce la proporción de gases de efecto invernadero relacionados a la ganadería, aunque el debate académico sobre el número exacto sigue”.
Esta métrica, como ya reportamos, es impulsada entre otros por Frank Mitloehner, un investigador norteamericano financiado con millones de dólares del agronegocio a través de una fundación vinculada a Cargill, JBS y Tyson Foods, entre otros . En su gira por Sudamérica, además de impulsar la controvertida métrica que permitiría a la ganadería ocultar su impacto climático, Mitloehner también sostuvo que el metano eructado por las vacas es reciclado por las pasturas.
De hecho, una de las recomendaciones en el informe confidencial por el cual fue pagado con 8.000 dólares por el gobierno de Uruguay incluía “considerar la captura de carbono de tierras de pastoreo” del sector ganadero.
No es el único. Gilberto Tomazoni, directivo del gigante cárnico JBS, señaló que “el actual modo de calcular emisiones tiene errores” y que iría a la próxima COP30 en Brasil a demostrar que la ganadería del país no era dañina para el ambiente.
Un estudio de Nature en 2023 ya había señalado que “ la captura de carbono es un beneficio limitado en el tiempo y que existen intrínsecas diferencias entre gases de efecto invernadero de corta duración – metano – y de larga duración – dióxido de carbono”, por lo que apoyarse únicamente en el secuestro de carbono de pastizales para compensar el impacto de los sistemas ganaderos no es posible”.
Captura de pantalla del documento oficial del proyecto de carbono en Paraguay admitiendo que se espera un aumento de emisiones de metano en el marco de la iniciativa. Fuente: Verra
Brasil: vender créditos de carbono regenerativos donde antes hubo deforestación
Además de las dudas sobre la posibilidad de la ganadería regenerativa de compensar su propia contaminación, la propuesta necesita mucho espacio para permitir al ganado rotar entre pasturas.
Mientras que el proyecto de créditos de carbono de Paraguay tuvo como criterio excluyente a estancias ganaderas que hayan deforestado hace menos de 10 años, este criterio, como el concepto mismo de ganadería regenerativa, no es igual en todos los proyectos que venden créditos de carbono en Verra.
Imágenes satelitales Landsat y análisis independientes con Global Forest Watch y Mapbiomas muestran que otro esquema de agricultura y ganadería regenerativa en Matto Grosso, Brasil, realizó deforestación entre 2015 y 2018.
El proyecto es impulsado por NaturAll Carbon, una empresa anglo-brasileña fundada por un exfuncionario de Petrobras y que logró la aprobación de Verra en junio de 2025. El proyecto propone una combinación de captura con cultivos de soja – que utilizarán pesticidas – y ganadería rotativa.
En su documentación oficial para lograr verificación de Verra, el proyecto negaba la deforestación de ecosistemas nativos.
Consultados al respecto para este reportaje vía correo electrónico, desde NaturAll confirmaron la deforestación pero respondieron que la mayoría de las áreas desmontadas “se encuentran fuera del área de créditos de carbono del proyecto” aunque dentro de la misma estancia.
En la misma comunicación, empresa certificadora menoscabó la veracidad de las alertas de deforestación identificadas por Global Forest Watch y Mapbiomas – este último habiendo sido utilizado por ellos mismos para inscribirse en los mercados de carbono, defendiendo su proceso de debida diligencia con “imágenes satelitales y visitas al campo”. También señalan que en la única excepción su propio análisis concluyó que era un “falso positivo”. “Los ganaderos suelen dejar árboles aislados o pequeños grupos de árboles para proporcionar sombra al ganado, pero estas características no representan los ecosistemas nativos” señala el correo.
El “falso positivo” descrito por NaturAll no se refiere a la deforestación identificada con imágenes satelitales dentro del área que sí vende créditos de carbono regenerativos según sus propios documentos. Sobre estos hallazgos NaturAll no respondió.


La deforestación del proyecto puede también consultarse en el mapa interactivo sobre agricultura y ganadería regenerativa en la región.
En el caso de la deforestación adicional en la propiedad, el caso ilustra el absurdo de algunos proyectos regenerativos en las metodologías de mercados de carbono, donde una misma estancia puede desmontar bosques y al lado vender créditos de carbono provenientes de plantaciones de soja y ganadería. A esto se le conoce como “fugas de carbono”: cuando la actividad para capturar emisiones genera de manera inadvertida más emisiones en otro sitio.
Este tipo de situaciones ha llevado a que incluso organizaciones que creen en la agricultura regenerativa, como la europea Climate Farmers, se posicionen en contra del actual modo que se relaciona con créditos de carbono.
De acuerdo a una carta compartida por Climate Farmers ante consultas de las razones de su abandono de los créditos de carbono regenerativos, “el actual mercado de carbono en el suelo inadvertidamente apoya más a operaciones agrícolas industriales de larga escala, así reforzando desigualdades existentes y erosionando la diversidad socioeconómica y ecológica que es vital para un verdadero futuro regenerativo”.
¿Quienes están financiando proyectos de agricultura regenerativa en la región?
Cargill a través de su Land Innovation Fund
Financió desde 2022 a la Asociación Argentina de Productores de Siembra Directa (Aapresid), la Fundación Youngas (Argentina) y la Fundación Moisés Bertoni (Paraguay) para relevar análisis piloto de posibles proyectos para créditos de carbono con soja y ganadería en el Chaco argentino y paraguayo.
Datos de emisiones de gases de efecto invernadero de Climate Trace demuestran, sin embargo, que en al menos 2 estos sitios, en el Chaco Paraguayo, se realizó deforestación hace menos de 10 años antes del inicio del proyecto – en 2017.
NaturAll, fundada por un ex funcionario de Petrobras
Donde nuestra investigación identificó deforestación dentro del área que hoy se vende para créditos de carbono.
Instituto Savory
Asesora a empresas detrás del proyecto SARA de ganadería regenerativa en Paraguay y Argentina. También otro proyecto independiente en Uruguay.
Boomitra, con financiamiento de Chevron y Yara International
Uno de sus proyectos en Paraguay será utilizado por Singapur para cubrir sus nuevos compromisos climáticos bajo el Artículo 6 del Acuerdo de París.
Vista Energy, empresa de Vaca Muerta
De acuerdo a su informe de sustentabilidad de 2024, busca compensar las emisiones de la extracción de gas en Vaca Muerta con proyectos de ganadería regenerativa.
Petroleras, grandes del agro y negacionistas posicionan la agricultura regenerativa en la región y en la COP30
Entrevistada para este reportaje, Silvia Calderón, directora para Latinoamérica del Instituto Ambiental de Estocolmo (SEI por sus siglas en inglés) explica que gran parte del boom de proyectos de carbono en la región y en específico sobre agricultura se debe a que “hay grandes necesidades de financiamiento a mitigación”.
Los desbalances suceden, según la experta, porque “en nuestra región los Ministerios de Ambiente son pequeños, entonces, los privados avanzan más rápido. La región se ha ido posicionando en proyectos de conservación y la próxima COP30 en Belem será clave”.
Calderón admite que la permanencia de proyectos de agricultura regenerativa “es uno de los elementos esenciales”. El SEI en 2024 ya advertía en un informe que sin reglas claras al respecto, “los programas de créditos de carbono podrían no reflejar de manera adecuada las emisiones reducidas, contribuyendo al greenwashing”.
Pese a las contradicciones y cuestionamientos, un análisis realizado para esta investigación demuestra que solo en Paraguay, Argentina, Brasil y Uruguay hay al menos 66 proyectos de créditos de carbono en distintas fases impulsados bajo el rótulo de agricultura o ganadería “regenerativa”.
Durante la COP30, el país anfitrión tendrá al menos 33 paneles sobre agricultura y ganadería en su llamada “Agrizone”, el pabellón de la Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria (EMBRAPA), el mismo ente público-privado que impulsa en el país la adopción de GWP* como modo de medir el metano de la ganadería.
Entre las empresas que estarán representados en dichos paneles se destacan Nestlé, Pepsico, y otras como Cargill, Bayer, ADM, BASF, Syngenta, Bunge y Cofco, y las petroleras Chevron y BP, organizadas alrededor del llamado World Business Council for Sustainable Development.
Esta organización lleva desde la COP28 en Dubái en 2023 auspiciando la iniciativa “Regenerative Landscapes” en conjunto con los gobiernos de Emiratos Árabes Unidos y Estados Unidos. La iniciativa tiene como objetivo principal aumentar el financiamiento a proyectos denominados regenerativos.
En el mismo pabellón también estará el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), que en septiembre de 2025 firmó un convenio con la empresa Boomitra, que busca impulsar proyectos de carbono de agricultura regenerativa. Boomitra busca generar estos proyectos en países como Argentina y Paraguay, y en sus inicios recibió financiamiento de fondos de inversión como los de Chevron.
Además de Boomitra, el Instituto Savory y NaturAll, otro impulsor de proyectos de agricultura regenerativa para créditos de carbono es Vista Energy, una petrolera que explota los yacimientos de gas en Vaca Muerta en Argentina y que está invirtiendo en la agricultura regenerativa para compensar sus emisiones.
También está Cargill a través de su Land Innovation Fund, que financió con más de 30 millones de dólares a organizaciones como Fundación Solidaridad y Fundación Moisés Bertoni para “estudios pilotos” en el Chaco paraguayo y argentino y en el Cerrado brasileño. En el caso de Solidaridad, también utilizó financiamiento del gobierno de Países Bajos para pagar a Norman Breuer – sí, el mismo que utilizó un estudio de la NASA para mentir sobre la ganadería e influenció las políticas de metano del país – para que el investigador pro agronegocio haga un estudio sobre las emisiones del sector en estancias seleccionadas en el Chaco paraguayo.
De acuerdo con los hallazgos de Breuer, de 10 estancias ganaderas, seis demostraban ser “carbono negativo”.
El informe de Breuer fue presentado en 2025 por parte de la Asociación Rural del Paraguay para que la cancillería del país lo utilice con el fin de “desmitificar argumentos”.
Pero el propio informe realizado por Breuer y accedido para esta investigación revela la letra chica. Su análisis no consideró las emisiones de la deforestación realizada para las actividades ganaderas.
El gobierno de Paraguay avanza en sus nuevos planes climáticos incluyendo la agricultura regenerativa a través de la “siembra directa” entre sus medidas para cumplir con sus compromisos ante el Acuerdo de París en una medida que fue festejada por representantes del agronegocio como una victoria en comparación a previos compromisos asumidos por el país.
Entre los entes que fueron parte del proceso está la Federación Paraguaya de Siembra Directa, que sostiene que “la soja captura más carbono que los bosques” y que tiene como representante a Albrecht Glatzle – el mismo que logró la inclusión de GWP* en la última comunicación del país a Naciones Unidas sobre el clima. Y el nuevo presidente de la Federación no es otro que el expresidente de la Mesa de Carne Sostenible: Alfred Fast.

Tanto Glatzle como Fast influencian y participan de las políticas climáticas en favor del agronegocio pese a sus posiciones y vínculos con el negacionismo. Glatzle sigue vinculado a CLINTEL, la organización europea que niega la crisis climática, mientras que Fast participó en septiembre de 2025 representando a la Asociación en un discurso durante el evento en Asunción de la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC) – una de las principales organizaciones que alinea a la extrema derecha internacional. Fue en el mismo salón del hotel Sheraton de Asunción donde tres años antes Frank Mitloehner presentaba a Fast y Glatzle, entre otros, la posibilidad de cambiar cómo se calculaba el impacto de la ganadería en el clima.
En el evento de CPAC, Fast declaró que el ambientalismo es “la excusa perfecta para atacar la civilización”
“¿Es el actual cambio climático algo fuera de lo ordinario? La respuesta es no”, dijo Fast, quien afirmó de manera errónea que gracias a las emisiones de gases de efecto invernadero – como la de combustibles fósiles y la ganadería – “las plantaciones agrícolas crecen mejor”.
Alfred Fast en CPAC - Asunción, 18 de septiembre de 2025.
En el mismo estrado, antes que él, estuvo el presidente libertario de Argentina Javier Milei. El evento en Asunción tuvo como cierre un discurso del presidente paraguayo Santiago Peña. Ambos gobiernos negociarán junto con Brasil y Uruguay temas de agricultura en la próxima COP30.
A pocos meses del inicio de la conferencia, el interés por parte de los ganaderos en lo que Llano, Mongelós y otros entusiastas de la agricultura regenerativa tienen para decir y enseñar avizoran que más allá de los cuestionamientos, el tópico llegó para quedarse.
Bajo estos suelos es posible que haya respuestas. La pregunta es si el agronegocio quiere escucharlas.
Este reportaje fue producido como parte del Bertha Challenge Fellowship
Reportaje e investigación: Maximiliano Manzoni - 2025 Bertha Challenge Fellow
Edición: Paula Diaz Levi & Francisco Parra - Climate Tracker Latam.
Desarrollo de mapas: Tania Karo Mesa Montórfano
Fotografías: Nicolás Granada













